
Tu relación contigo y con Dios
Creciendo en el diseño que Dios tiene para ti.
Pensando en ti…
01 —Hablemos de Influencia
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Vivimos en una cultura que confunde influencia con popularidad.
Piensan que ser influyente es tener seguidores, likes y viralidad. Pero Jesús no habló de influencia como una estrategia de marketing… sino como una forma de vida.
Ser sal y luz no se trata de ser famosos. Se trata de ser fieles.
No es ser el centro de atención, sino ser el reflejo de Aquel que lo merece todo.La sal preserva, da sabor, evita la corrupción.
La luz guía, revela, expone, y da seguridad.
Tú y yo estamos puestos en este tiempo para eso. No para escondernos. No para diluirnos. Sino para marcar la diferencia.No necesitas una plataforma, necesitas convicciones claras.
No necesitas una cámara, necesitas una vida rendida a Cristo.
El mundo no será transformado por los más ruidosos… sino por los más obedientes. -
Vivimos en la era del “mírame”, “sígueme”, “likea mi vida”. Todo nos empuja a construir una marca personal, a crecer plataformas y a medir el valor por visibilidad.
Pero Jesús nos llama a algo radicalmente opuesto:
morir al yo, para que Él viva en nosotros.Juan el Bautista tenía influencia. Multitudes lo seguían. Tenía discípulos, impacto, reputación. Pero cuando Jesús apareció en escena, Juan dio un paso atrás.
No peleó por su lugar. No compitió. No manipuló.
Dijo con firmeza:“Yo no soy el Cristo… Yo soy solo una voz…”
(Juan 1:20-23, parafraseado)¡Eso es influencia santa!
La que se rinde, se humilla, y apunta a Cristo.Cada uno de nosotros tiene un nivel de influencia —en casa, en redes, en la iglesia, con amigos— pero la gran pregunta no es cuánta influencia tengo, sino quién la está recibiendo.
¿Estoy usando mi influencia para levantar a Cristo… o para levantarme a mí?
¿Estoy brillando para que Él sea visto… o para que yo sea aplaudido?
02 — Ejemplos de Comunicaciones Reales e intencionales
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En un mundo saturado de mensajes vacíos, frases de cajón y conversaciones superficiales, Dios nos llama a algo mucho más profundo: comunicación que edifica, sana y transforma.
Pablo no le dijo a la iglesia: “motívense con frases bonitas”, sino:
“Anímense. Edifíquense.”
Eso requiere algo más que palabras: requiere intención, discernimiento y verdad.Jesús nunca habló por hablar. Cada palabra que salió de su boca tuvo un propósito eterno.
Con la samaritana, con Pedro, con Marta, con Nicodemo…
Él fue real y directo, pero también intencional y lleno de gracia.
Eso es liderazgo. Eso es amor maduro.
Eso es lo que necesitamos recuperar en nuestra generación.La comunicación real no es desahogarse sin filtro.
La comunicación intencional no es manipular con técnica.
La verdadera comunicación cristiana nace de un corazón lleno del Espíritu y con una meta clara: edificar el Reino en el otro. -
La comunicación real e intencional es clave para el liderazgo, la formación de discípulos, y para una comunidad sana. No se trata solo de hablar bonito, sino de hablar con propósito, claridad y verdad.
intenta practicar este ejercicio con toda vulnerabilidad y transparencia (para ti mismo y en tus próximas interacciones)¿Cómo está realmente tu corazón en esta temporada?
¿Qué bendiciones o victorias recientes te gustaría agradecer o celebrar?
¿Qué desafíos o luchas estás enfrentando que quizás no todos ven?
¿Qué pasos concretos sientes que Dios te está llamando a dar ahora mismo?
¿Cómo podemos acompañarte en oración de forma específica esta semana?
03 — Autoconocimiento
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El autoconocimiento no es una moda psicológica, ni una práctica egocéntrica. En el contexto bíblico, es una herramienta poderosa que Dios usa para llevarnos al arrepentimiento, la humildad y la transformación verdadera
Muchos buscan espiritualidad como quien busca una emoción elevada o una experiencia mística. Pero la verdadera espiritualidad bíblica no comienza en las nubes, sino en el suelo: en la verdad sobre nosotros mismos delante de Dios.
Y eso requiere autoconocimiento.
📖 1. El autoconocimiento en las Escrituras
Desde el principio, Dios no solo revela quién es Él, sino también quiénes somos nosotros. En el Edén, después del pecado, la primera pregunta de Dios no fue teológica ni filosófica. Fue personal:
“¿Dónde estás tú?” (Génesis 3:9)
No porque Él no lo supiera, sino porque Adán no lo sabía.
El pecado distorsiona la visión que tenemos de Dios y la visión de uno mismo. -
. El autoconocimiento como arrepentimiento
Cuando Isaías vio al Señor en Isaías 6, su primer grito no fue:
"¡Qué glorioso eres!", sino:“¡Ay de mí! que soy hombre muerto, porque siendo hombre inmundo de labios...” (v.5)
Ver a Dios lo llevó a verse a sí mismo.
Y verse a sí mismo lo llevó a clamar por redención.Ese es el orden del crecimiento espiritual:
Revelación de Dios
Autoconciencia real
Arrepentimiento profundo
Transformación genuina
No porque Él no lo supiera, sino porque Adán no lo sabía.
El pecado distorsiona la visión de Dios y la visión de uno mismo. -
Autoconocimiento y madurez espiritual
Una persona espiritualmente madura:
Reconoce sus límites y debilidades.
Tiene conciencia de sus emociones y reacciones.
Puede confesar, pedir perdón y aprender.
Se mantiene enseñable.
No teme el silencio ni la confrontación.
Esto no se forma solo con estudios bíblicos, sino con una vida de oración honesta, discipulado auténtico y un corazón quebrantado.
¿De qué manera la verdad sobre quién eres delante de Dios ha cambiado tu forma de orar y vivir?
¿Qué áreas de tu vida o corazón has evitado examinar porque temes lo que puedas encontrar?
¿Cómo respondes cuando Dios te revela actitudes o pecados ocultos en tu interior? ¿Buscas arrepentimiento o justificas?
¿De qué manera la aceptación del amor y gracia de Dios te ha permitido conocerte y aceptarte sin autoengaños?
¿Qué prácticas o hábitos espirituales te ayudan a mantener una conciencia clara y sincera de ti mismo ante Dios?
04 — Reconociendo los cambios
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El cambio es inevitable, pero el reconocerlo conscientemente es un acto de madurez y sabiduría espiritual. No basta con que la vida nos arrastre; debemos detenernos, evaluar, y darle sentido a lo que Dios está haciendo en nosotros.
Dios está en obra constante. A veces nos transforma en lo visible, otras en lo invisible. La clave está en reconocer esos cambios, tanto internos como externos, porque solo así podemos responder con gratitud, corrección o fe.
2 Corintios 3:18 dice:
“Y todos nosotros, con el rostro descubierto, reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Señor Espíritu.”
Esto implica un proceso progresivo, no un evento aislado.
Puntos clave para reconocer cambios
Autoevaluación honesta:
Pregúntate: ¿Cómo he cambiado en mi manera de pensar, sentir y actuar en las últimas semanas o meses?Impacto en relaciones:
¿Mis relaciones muestran señales de crecimiento o tensión? ¿Estoy siendo más paciente, más amoroso, más íntegro?Respuesta a dificultades:
¿Reacciono igual ante pruebas o ahora confío más en Dios y tomo decisiones con más paz?Testimonio y frutos:
¿Mi testimonio de vida refleja la transformación que Dios promete? ¿Se nota en mis palabras y acciones?Humildad y apertura:
Reconocer cambio también significa aceptar que aún hay áreas donde debo crecer y pedir ayuda.
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Creciendo en tu Relación con Dios.
Es increíble lo que una relación cercana con Dios puede hacer en tu vida.